En estos días, mi mama sufrió una fractura y, cuando alguien se enferma mi primera reacción es hacer sopa, especialmente a base de un buen fondo o caldo de pollo. Según la sabiduría popular, que se ha nutrido de la observación por siglos, cuando comemos parte de un animal, fortalecemos esa misma parte de nuestro cuerpo. Siguiendo esta lógica, los caldos hechos con huesos ayudarían al crecimiento y desarrollo de los mismos y al fortalecimiento de las articulaciones entre otras cosas. Pero más allá de la sabiduría popular, del caldo de pollo, por ejemplo, la medicina convencional ha reconocido que es una fuente valiosa de minerales, que tiene propiedades antiinflamatorias y que ayuda a controlar los síntomas de la gripa.
En la medicina China, los caldos de huesos en general, ayudan a fortalecer el chi o energía vital.
El gran chef Georges Auguste Escoffier decía que sin un buen fondo no se podía hacer nada, y tenía razón. Los fondos o caldos han jugado un papel fundamental en las cocinas tradicionales de todo el mundo. Desafortunadamente, en muchos hogares de hoy, con los afanes de la vida moderna, los fondos han sido reemplazados por cubos concentrados, perdiéndose una importante fuente de nutrición y de verdadero sabor.
El problema con los cubos concentrados es que tienen unos ingredientes muy cuestionados como el glutamato mono sódico o resaltador de sabor, que ocasiona una amplia variedad de reacciones en el cuerpo, desde dolores de cabeza pasajeros hasta problemas neurológicos serios; sabores artificiales pero idénticos al natural; grasas hidrogenadas y la lista sigue, y entre más larga, peor.
Hacer un fondo de pollo, no tiene misterio, ni siquiera toma mucho tiempo pues no tenemos que estarlo revolviendo ni cuidando durante la cocción. Solo requiere un mínimo de logística y los beneficios son muchos. Profundidad de sabor a sopas, risottos, estofados y salsas, desde el punto de vista gastronómico, y una verdadera mina de oro para nuestra alimentación. Los caldos, si han sido cocidos por largas horas, proporcionan nutrientes – calcio, magnesio, fósforo, gelatina y otros compuestos que ayudan a la salud de las articulaciones – en una forma que los hace fácilmente asimilables por el cuerpo, cosa que no siempre sucede con los suplementos vitamínicos.
Así que los invito a desempolvar la olla más grande que tengan y a hacer un buen caldo. Su cuerpo y su paladar se lo agradecerán.
INGREDIENTES
2 libras de huesos de pollo,preferiblemente campesino u orgánico
10 tazas de agua filtrada
1 cebolla cabezona grande cortada en trozos o un puerro grande cortado en trozos
2 zanahorias medianas peladas y cortadas en trozos
3 ramas de apio cortadas en trozos grandes
8 dientes de ajo enteros con cáscara
2 hojas de laurel
Una rama de tomillo
2 cucharadas de vinagre, preferiblemente de cidra de manzana
Una cucharadita de granos de pimienta negra enteros
Ponga todos los ingredientes en una olla grande y déjelos reposar por 1 hora. Durante este tiempo el vinagre actúa sobre los huesos y hace que liberen los minerales. Prenda el fuego a medio- alto. Una vez hierva el caldo, baje el fuego a bajo, manteniendo un hervor muy suave. Si surge espuma, es mejor retirarla con la ayuda de una espumadera, de esta manera se obtiene un caldo más claro. Después de 1 hora de cocción, el caldo puede se usado como base para cualquier preparación que lo requiera. Sin embargo, su sabor y contenido nutricional mejora con más horas de cocción. Yo normalmente lo cocino 12 horas pero se puede cocinar hasta por 24 horas. Una vez termine la cocción, el caldo debe ser colado y dividido en porciones. En la nevera dura 5 días y en el congelador varios meses. Si quiere, le puede retirar la grasa que se solidifica una vez esta frío, para obtener un caldo más magro. El resultado es un caldo muy sabroso, que puede ser incluso consumido solo, con la adición de una pizca de sal marina, a media mañana o por la tarde.
Gracias por la información lo voy a intentar cocinarlo.